
A veces las palabras se escapan sin saber bien a donde ir. Se enredan, se pierden, caminan a ciegas hasta que por fin se encuentran y se unen. Y es ahí donde surge la magia. En ese choque de unas contra otras en que convierten en anafragmas. En ese instante en que mi único lenguaje es el del corazón.
Ana Yela Muñoz
Sígueme en las redes